- ¿Por qué te gusta jugarte la vida?
Pero ¿cómo explicarle? ¿cómo decirle que el viento en la cara y la sensación de libertad son una sola cuando aceleras?
Que cuando tomas una curva tras otra, ver la muerte de cerca no te asusta, incluso te emociona, te recuerda que cada minuto cuenta, que cada momento vale. No, para comprender esto hay que experimentarlo, hay que sentirlo, hay que vivirlo.
Mi mente se libera cuando voy en ruta y cambio de marcha mientras pienso "voy volando, voy volando bajito..." y acelero.
Este portentoso invento (un motor sobre dos ruedas), es mucho más que una motocicleta, es una dócil pero poderosa máquina que nos remonta hasta y por donde sea nuestra voluntad, una hermosa herramienta, un bonito aparato, un dispositivo de máxima felicidad que nos cambia la vida para bien, un regalo del hombre para el hombre, el mejor de los juguetes, el más divertido.
La motocicleta te saca una sonrisa mientras aceleras, al momento en que el viento acaricia gentilmente tu rostro y sientes el impulso de la máquina, te sientes libre... así es esto de la motos, un mundo donde en cada viaje experimentas la increíble emoción de vivir al límite, de disfrutar cada segundo, de agradecer por estar vivo, de vivir en libertad, de volar, de gozar el hoy y el ahora, de vivir el presente en plenitud.
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La moto, madre mía, es eso y mucho, pero mucho más. Dices que son del diablo yo digo que son de Dios, puestas en la tierra para el bien de la humanidad, para que seamos felices y vivamos en armonía, así que no temas, las motos son un regalo de Dios, que en su infinita sabiduría, nos permite disfrutarlas.
Pero ya en serio, puedes ver al tipo más rudo del planeta rodando en su motocicleta y jurar que debajo del casco lleva una sonrisa de colegiala adolescente.
Aún sin proponértelo, el tiempo que pasas en ruta se convierte en tiempo para pensar y alcanzar la paz mental. Por supuesto que es peligroso pero... la vida misma es peligrosa, hay que tener cuidado incluso al caminar.
Pero aumenta el factor de riesgo
Sí, claro, pero es proporcional al incremento de la felicidad. Y de eso se trata la vida. Si eres feliz harás feliz a los que te rodean. La moto no es la felicidad, pero, en gran medida, puede ayudarnos, en cada ruta, a ser felices, pues cada roce con la muerte, cada conductor que no nos ve y casi nos mata, cada caída, cada susto y cada cicatriz nos hacen valorar aún más la vida misma. Cada problema al que te puedes enfrentar cuando estás solo en medio de la nada y tu fiel caballo de acero deja de galopar te hace más fuerte, más listo, más capaz y más humano.
Lo mejor que me he comprado en la vida han sido mis motos, sí, claro que amo mis computadoras pues me permiten conocer lugares como la India o Alaska sin salir de casa pero, si me lo propongo, con la moto podría llegar hasta ahí. Claro que puedes incluso darle la vuelta al mundo caminando o en bicicleta, pero la moto tiene un encanto especial, es como montar a caballo, hasta que no lo experimentas no puedes explicarlo bien, es difícil de describir, pero la emoción de la cabalgata, ser parte del binomio humano-equino es casi mágica, puedes sentir la fuerza vital del noble animal que camina y corre por donde tú le indiques, pero si éste se fractura una pata habría que sacrificarlo, mientras que los fierros y los plásticos de la moto se reemplazan y listo.
En fin, mil palabras no son suficientes para describir la enorme felicidad que estas "máquinas del diablo" nos pueden dar, hay que subirse a una y rodar para descubrirlo. La sensación más parecida que recuerdo es la de andar en bicicleta cuando era niño, feliz, feliz, feliz.
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